Tuesday, August 12, 2008

La historia de mi gato

Un buen día el Aarón dijo: "quiero un tatuaje". Otro buen día dijo: "Quiero un gato". Y varios años despues decidió que era tiempo de obtenerlos.

Pero me puse a pensar y no voy a conseguir un gato real para que en mi casa (donde todos, menos yo, parecen tener una aversón del tamaño del mundo por los gatos) me lo maltraten y torturen. Además yo no estoy en mi casa prácticamente en todo el día, así que definitivamente no es buena idea que consiga un gato vivo.

Así que, de varios prospectos de tatuajes que tenía, busqué los que tenían una temática felina, pero ninguno me gustó, seguí buscando por internet y libros de ilustraciones y blah blah blah, hasta que di con una que me gustó bastante.

Ya sólo fataba encontrar un tattoo studio/shop decente en Ensenada, porque no se si lo sepan pero tatuajes no es ni el mayor ni el mejor producto de exportación de la ciudad. Recorrí las calles en busca de uno. Y de hecho, visité sólo 3.

Uno estaba cerrado.

Uno era un estudio bastante decente, buena infraestructura, buena publicidad y aparentemente muy buena calidad de trabajos con un catálogo que lo avala.

"Ah sí, quisiera hacerme este dibujo en un tatuaje. Aquí en el hombro, así, que paresca como dibujado/sketched. 20 minutos, eso es rápido. ¿Cuánto costará?... Wow, barato también. Momento... ese olor... mmm... y ¿que le pasa a tus ojos?... ¿sabes qué?, en un ratillo regreso ¿sí?"

Pues sí, muy buena calidad y todo pero, y que conste que me gustan las emociones fuertes y eso, bajo ninguna circunstancia planeo dejar que un tipo bien mariguano me haga un tatuaje... A menos que... no, definitivamente mejor no. Salí del lugar lo más rápido que pude y corrí a contarselo a quien más confianza le tengo. Chabelo.

En el tercero que visité fue donde al fin me hicieron mi tatuaje un par de días después. Mi sesión procedió sin problemas, pero antes de terminar llegaron unos gringos a pedir un tatuaje. Era una pareja, y el tatuaje se lo iba a hacer él, a petición de ella. El tipo del negocio no hablaba gringo y cuando terminó me pidio que le ayudara a hacerla de traductor.

No sobra decir que el gringo iba pedo como la chingada (sí, aparte de espesa, la chingada es bien peda) y casi tiró el bote de basura y la silla cuando se sentaba para luego quedarse dormido... Así que dedusco que la pareja no se conocía previo a su viaje en barco, el cual los trajo aquí.
La doña dibujó un corazón chafa con su nombre para que se lo pusieran al tipo en el pecho. Él por su parte resultó que no soportaba el dolor y estuvo haciendo caras de dolor y quejándose todo el tiempo. Sobre todo cuando la tipa pedía, no se cuantas veces, otra modificación al tatuaje.

Al terminar el "tatuador" les cobró más caro que a mí y por si fuera poco me hizo un descuento ¡yeiii!

Y ya se acabó el post just because yes...

JazzCat

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